miércoles, 23 de octubre de 2013

Cetreros en España, ¿ángeles o demonios?


Declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010, la cetrería en España lucha aún por "lavar" su imagen y sus 2.000 aficionados por decantar la opinión pública en favor de su perfil como auténticos amantes de la naturaleza y de los animales que tienen a su cargo.
En España, la cetrería arrastra la lacra de su prohibición en 1989, un veto que no se logró levantar hasta seis años después, y ni la ayuda del más popular naturalista de todos los tiempos, Félix Rodríguez de la Fuente, para dar mayor visibilidad a un deporte que se practicaba en la sombra, sirvió para depurar su mala prensa.

Hoy, es el movimiento asociativo el que lucha por que se reconozca a la cetrería como un deporte limpio y sostenible, y por una legislación uniforme en todas las comunidades autónomas que elimine las trabas que muchas veces encuentra su práctica.
La Asociación Española de Cetrería y Conservación de Aves Rapaces (AECCA) es la mayor de España; cuenta con unos mil socios, lo que la convierte a su vez en la tercera a nivel mundial.
Su objetivo, ha explicado a EFE su vicepresidente, Rodrigo García, es luchar por una normativa justa, impartir la cultura de la cetrería, potenciar su vertiente conservacionista y volcarse en sus socios.
Porque el gran problema de la cetrería en España es que "las leyes son tan diversas como comunidades autónomas hay", asegura José Luis Martín, empresario, emprendedor y propietario de ExpoRapaces, empresa especializada en exhibiciones, control de especies y eventos con aves rapaces.
José Luis presume de ser un buen cetrero, de tener a todos sus pájaros en regla, bien cuidados, y de practicar una modalidad de caza sostenible, de nulo impacto en las poblaciones de presas y rapaces.
La propia UNESCO valoró, al incluirla como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, su perfil selectivo con las presas cinegéticas, no contaminante y respetuosa con el medio ambiente.
Se calcula que en todo el territorio nacional hay unos 2.000 cetreros, grandes desconocidos para muchos ciudadanos, que no sabrían encajarles en el grupo de cazadores, naturalistas, deportistas o ecologistas.
Según José Luis Martín, se trata de una mezcla de todos ellos; un cetrero puede ser alguien a quien le gusten los animales, en concreto las aves rapaces, que decida criarlas y adiestrarlas para ensalzar su belleza.
O puede tratarse también de un cazador que reniega de la modalidad de escopeta, que prefiera una caza más limpia y selectiva, añade.
Con su empresa, ExpoRapaces, José Luis comenzó hace año y medio un proyecto básicamente educacional en colegios, que más tarde diversificó con exhibiciones de cetrería y colaboración en eventos con aves adiestradas.
Hoy día, la cetrería da empleo a un colectivo cada vez mayor de personas que prestan servicios esenciales, como el control de especies en cultivos o aeropuertos, educación en escuelas o proyectos conservacionistas.
Y, pese a ser un artículo de lujo y, como tal, víctima de la crisis, se trata de una actividad en auge, que lucha por conseguir la armonía en una sociedad en la que aún debe derribar muchos muros y acabar con otros cuantos tabúes. Cristina Yuste.
Fuente: eldiario.es